lunes, 6 de agosto de 2018

Institutos Superiores


Los institutos superiores han llamado siempre mi atención por lo compleja de su situación tanto en su relación con el estado en la cual han tenido vaivenes que de acuerdo a los vientos les otorgaban o no la tan ansiada autonomía y  a su vez el complicado sistema legal impuesto para que los mismos implementen programas y otorguen títulos a sus educandos (aunque este será posiblemente ya tema de otro escrito). 

Para poder escribir este artículo tuve que pasar por el duro proceso de desaprender  pues tenía conceptos y definiciones incorporados como fijos que con el correr del tiempo y con el devenir de experiencias fueron cambiando, y, ayudados por la lectura me hicieron comprender que tal vez no eran del todo acertados.

El fin de escribir estos pensamientos es solo explicar por qué a mi criterio los Institutos Superiores deberían recuperar su autonomía. Para ello antes tratare de explicar dos líneas de pensamiento que sirven de base y sustentan el razonamiento posterior.

1.- Autonomía

 Nuestra Ley de Educación Superior en la Sección III titula directamente “De la autonomía de las Universidades” excluyendo de esta manera a los Institutos Superiores. Es importante destacar que la ley citada es fruto de interesantes debates en donde se encontraron posturas distintas sobre este punto.

La autonomía universitaria no es un hecho dado ni un concepto univoco y alcanza definiciones puntuales de acuerdo con el tiempo y el espacio, esto es, constituye una construcción histórica y social con alcances definidos y diferentes en cada realidad y aún en cada momento puntual. Solo de esta manera puede entenderse que el Instituto Superior de Educación (ISE) en su Ley de creación posea autonomía.

No debe perderse de vista, no obstante, que la pugna entre autonomía y regulación gira en torno al núcleo duro de la vida académica, esto es, la producción, distribución y preservación del conocimiento. 

Las formas de regulación ejercidas sobre las instituciones de educación superior están estrechamente vinculadas con el tipo de relacionamiento entre estas y el estado. Al respecto Musselin (1997: 145) señala que estas interacciones tienen bases nacionales que no deben ser interpretadas como cuestiones culturales, sino como construcciones sociales. Por otra parte, los instrumentos a través de los cuales se aplica la regulación, aunque hayan asumido formatos estables también pueden cambiar.

2.- Proceso educativo nacional

Este subtitulo suena grandilocuente aunque en la realidad es otra, tratare aquí de explicar brevemente los fenómenos que se han dado desde el gobierno de Stroessner al día de hoy en el subnivel de educación superior y que han impactado notoriamente en el subsistema. En este sentido y a mi entender se puede clasificar en cuatro instancias de desarrollo.

1.- Gobierno de 34 años de Stroessner

Se caracterizó en general por el casi nulo avance dentro de la educación nacional y en especial en el subnivel de la educación superior. Solo existían 2 universidades, estudiar allí era más que un privilegio. Primaba dentro de estas instituciones la función de control como rol del estado (policía) que, por lo general, se orientaba más hacia aspectos político-ideológicos que académicos-administrativos.

De este periodo son recordadas las manifestaciones de estudiantes universitarios reclamando derechos (estudiantes medicina del hospital de clínicas entre otros).

2.- Advenimiento de la democracia

Con el golpe vino la democracia y con ella la libertad en todo sentido, nos vimos compelidos a romper con todas las cadenas que nos oprimían y cualquier función de control o regulación era vista como “piragueato”, de esta manera ocurrieron algunos fenómenos que encontraron al estado y al ámbito de la educación superior en general sin la preparación necesaria para enfrentarlo.

La flexibilización de las condiciones para apertura de instituciones mediante la Ley marcos, la masificación de la educación superior, la cuasi inexistencia de normas en el sector, la extrema debilidad del órgano contralor, etc., son situaciones que caracterizan esta etapa, para algunos más que libertad fue libertinaje en la educación superior.

3.- Regulación

Como una respuesta casi automática con la reforma de la educación superior en su eje legal viene la regulación a los excesos, la híper regulación de la autonomía es la consecuencia de tanta libertad, de tantos abusos.

Se crea el CONES que pasa a cumplir funciones de policía de la educación superior todo aquel indocumentado no puede transitar sin arrestado por los LINCES académicos quienes como toda instancia de este estilo en momentos se excede.

Este es el tiempo de la depuración (o debería ser) en donde las instituciones de educación superior encuadran su actuar en el deber ser y se endereza todo aquello que anduvo torcido en la etapa anterior. 

Las Universidades y los Institutos Superiores poseen los mismos procesos administrativos ante el órgano encargado, sin distinción, salvo el nominal dentro de la LES.

En este punto nos encontramos y estimo que transitaremos en el aun varios años para lograr reencausar las aguas.

4.- Desregulación

Si bien esto ya es hacer futurología, creo que lo más razonable es pensar que cuando las cosas estén como deben estar y la regularidad se empodere del ámbito de la educación superior debería venir la desregulación y la autonomía volvería a ser plena y con ello las IES podrían utilizarla para lograr su mejor desarrollo, siendo este el estadio ideal al que se debe apuntar.

En virtud a lo señalado creo que al día de hoy tanto los Institutos Superiores como las Universidades están sujetas a los mismos procesos administrativos con pequeños matices que los diferencian frente al órgano regulador, otorgarle autonomía seria meramente nominal pues ambos están dentro de una regulación que afecta a toda la educación superior y mirando a futuro, al escenario ideal para su mejor desarrollo, otorgarles hoy ese reconocimiento les permitiría acceder al proceso para lograr la autonomía plena en el futuro.

jueves, 12 de julio de 2018

Politicas Universitarias


Después de bastante tiempo trato de retomar la buena costumbre de alzar escritos al blog, me tome un lapso que pensé seria corto pero termino siendo bastante prolongado, hoy les traigo unos pensamientos sobre las políticas universitarias que para ser sincero me salieron un poco desordenados pero entiendo que así va a ser hasta que vuelva a tomar ritmo con esto de escribir, espero lo disfruten.

Políticas públicas y políticas universitarias

La política se concreta a través de las políticas públicas implementada por los gobiernos de modo tal que estas constituyen instrumentos para su realización (Lahera Parada, 2004). Muller (2000) sostiene que el análisis de las políticas publicas permite ver al "Estado en acción" haciendo o dejando de hacer.

La Universidad está llena de singularidades, es una organización compleja por antonomasia, presenta singularidades que se ligan en primer término a la materia prima con la que opera, esto es, el conocimiento, en términos de Clark, objeto que no resulta fácilmente encasillable en el contexto tradicional de las políticas públicas. Por otra parte, la política sectorial navega habitualmente entre límites estrechos a los efectos de no chocar con la autonomía de las instituciones que, en nuestro caso, ha sido amplia, especialmente desde el inicio de los tiempos democráticos. Este rasgo hace que las políticas universitarias adquieran una especificidad que las distingue dentro de las políticas públicas.

En efecto, la producción, reproducción y distribución del conocimiento constituyen el sustrato fundamental sobre el que se asienta la universidad, situación que, por otra parte, la distingue de las organizaciones tradicionales.

Definida por Cohen y March (1974) como anarquía organizada, la denominación hace referencia a la ambigüedad e inconsistencia de los objetivos que persigue, la indeterminación de la tecnología que emplea y la existencia de un constante flujo de participantes en el proceso decisorio por no encontrarse bien determinado quienes son los que participan en él. Por su parte Weick (1976) la define como un sistema flojamente acoplado, esto es, compuesto por un conjunto de elementos que, aunque independientes entre sí, mantienen su identidad y su separación en un contexto de interacciones débiles y circunstanciales. Por ejemplo las facultades, los departamentos y cátedras son unidades que mantienen su identidad y especificidad y gozan de autonomía funcional dentro del sistema.

Las políticas se insertan en el especial contexto construido por la relación sociedad-estado-universidades, caracterizada por la autonomía de las últimas. Sin embargo, la autonomía universitaria no es un hecho dado ni un concepto univoco y alcanza definiciones puntuales de acuerdo con el tiempo y el espacio, esto es, constituye una construcción histórica y social con alcances definidos y diferentes en cada realidad y aún en cada momento puntual.

No debe perderse de vista, no obstante, que la pugna entre autonomía y regulación gira en torno al núcleo duro de la vida universitaria, esto es, la producción, distribución y preservación del conocimiento. 

Las formas de regulación ejercidas sobre las universidades están estrechamente vinculadas con el tipo de relacionamiento entre estas y el estado. Al respecto Musselin (1997: 145) señala que estas interacciones tienen bases nacionales que no deben ser interpretadas como cuestiones culturales, sino como construcciones sociales. Por otra parte, los instrumentos a través de los cuales se aplica la regulación, aunque hayan asumido formatos estables también pueden cambiar.

Algunas singularidades nacionales

Durante décadas se dio en América Latina un comportamiento rutinario de los gobiernos con relación a la universidad. este ha sido catalogado por Brunner como convivencia benevolente o por Olac Fuentes como negligencia benigna (cit. por Ken Serna, 2009) y caracterizado por un financiamiento incremental de las instituciones sin controles específicos en el contexto de gobiernos democráticos. En los interregnos autoritarios, primaba en cambio la función de control (policia) que, por lo general, se orientaba más hacia aspectos político-ideológicos que académicos-administrativos.

Primacía de la lógica político-partidaria en la formulación de algunas políticas universitarias. Las políticas tienden a constituirse en una transacción entre los diversos actores e intereses intervinientes, en la cual se construye lo "posible" y no lo "ideal", esto es la administración racional al servicio del interés publico deja su lugar a la negociación y aunque el resultado que se obtenga no sea el mejor, es, seguramente, el más factible. En el caso de la política universitaria, la incidencia de factores y lógicas político-partidarias en la formulación de una determinada política probablemente se incremente por el valor que tiene la universidad como moneda de cambio.

Cambios abruptos en vez de cambios incrementales. Los cambios abruptos se desarrollan sin que medie un reconocimiento de las consecuencias que pueden producir, muy frecuentemente de sentido contrario a los objetivos perseguidos. Por otra parte, se generaron, en los actores afectados, comportamientos reactivos o defensivos que tendieron a anular o a mitigar los efectos de las respectivas políticas.

Fuente: Chiroleu, Adriana; Suasnábar, Claudio; Rovelli, Laura; (2012) : Política universitaria en la Argentina : revisando viejos legados en busca de nuevos horizontes . Mendoza, Ediciones IEC - CONADU/Universidad Nacional de General San Martín.