miércoles, 26 de agosto de 2015

Arbitrariedades evaluativas II



Continuando con el tema tratado la semana anterior hoy hablaremos de las arbitrariedades en la evaluación pero desde otro enfoque, tratando de entender al educador y sus múltiples variantes.

La evaluación y el educador 

“Las notas que me han dado no son nada malas: un solo insuficiente (un 5 en algebra) y por lo demás todos 7, dos 8y dos 6 (…) calculo que la cuarta parte de mis compañeros de clase deberán repetir cursos, por lo zoquetes que son, pero como los profesores son gente muy caprichosa, quien sabe si ahora, a modo de excepción, no les da por repartir buenas notas” Ana Frank, El diario de Ana Frank
La evaluación esconde detrás de su apariencia un complejo sistema de significaciones, en donde las argumentaciones se vuelven muchas veces indescriptibles. Estas argumentaciones (consientes e inconscientes) en algunos momentos terminan siendo poco estables y poco consistentes, pero a partir de ellas se mantiene un cierto hilo argumental que resiste, como un guion las diferentes puestas en escena.

Es importante preguntarse si el educador reflexiona más allá de sus programas. Muchas veces da la impresión que el docente construye alrededor de la evaluación y de sus actos una especie de “ceremonia secreta” que evita reflexionar  críticamente sobre sus procesos. Ceremonia que deposita  el problema en dos lugares específicos: el alumno y el contenido. El primero por la incapacidad de comprensión  o “asimilación”, derivada quizás de sus propios problemas (malas experiencias en los sistemas educativos anteriores, dificultades cognitivas puntuales, problemas de competencia en el lenguaje), en suma una serie de cuestiones que son “sociales” o “institucionales”, pero que al fin de cuentas son problemas del alumno. El segundo, “como dificultad de complejidad” que no puede ser desarrollada de otra manera o que no puede ser  “bajada a un nivel mínimo de comprensión” o porque no es “justo nivelar para abajo”, etc., y se constituye en el lugar de depósito de los fracasos porque evita reflexionar la experiencia de la enseñanza.

Participación e información

Los cuestiones que hemos tratado en estos dos artículos relacionados a las arbitrariedades administrativas no tienen una solución mágica o única, tanto el estamento docente como el estudiantado debe involucrarse y participar en la creación de mecanismos y políticas que posibiliten ir cambiando estas situaciones de hecho y previniendo que no se repitan, en pocas palabras construyendo la universidad que todos quieren.

Fuente: Ana Frank, El Diario de Ana Frank en El examen en la universidad de Raúl Nicolás Muriete. Pag. 51, Edit. Biblios BS. AS. 2007.

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