martes, 28 de mayo de 2013

La evaluación universitaria

La evaluación universitaria

Cuando uno ingresa a la universidad y en especial a las más tradicionales se encuentra con un sinnúmero de anécdotas e historias sobre abusos en la evaluación, desde el más mínimo como exigir una determinada vestimenta u obligar a la compra de libros de la propia autoría de los examinadores o solicitud de favores sexuales a los examinados.

Es muy importante la evaluación Importa, pero resulta más importante que la evaluación sirva para algo y para alguien, que sirva para comprender lo que se hace y para mejorarlo.

Las notas y su importancia


Los alumnos dan importancia a las calificaciones porque conforman una referencia exacta del estado académico y, por tanto, el mejor indicador de éxito o fracaso. Las notas funcionan como índices que anuncian que todo va bien, que la carrera académica sigue su curso, que sus esfuerzos han sido premiados o, por el contrario, que hay que empezar a preocuparse ya  que está presente la amenaza del fracaso.

Una relación de poder desbalanceada

La evaluación de los alumnos se caracteriza por ser una “relación de poder unilateral entre el evaluador y evaluado y por el hecho de que el alumno esta habitualmente desposeído de todo momento del acto de evaluación” (*Barbier, 1993).

En la relación docente alumno hay un componente de dominación que está vinculado muchas veces (o la más de las veces) con la imposición de restricciones, castigos y sanciones.

En un escrito de 1930 titulado: “Palabras sobre los exámenes” *Deodoro Roca afirmaba: “…Exámenes a la vista: bolilleros, bolilleros, más bolilleros (…) El alumno no acude con su número. No siempre saca premio. Hay que pasar de alumno a medico, a abogado, ingeniero. (…) Todo esto será tuyo si me respondes a estas preguntas, si tienes suerte con estas bolillas desde donde te miro. El alumno observa la irreal riqueza que se le muestra y entrega por ese falso botín su alma indefensa y simple. Lo humano, lo verdaderamente humano, sería irle apuntando, a lo largo de su vida y aprendizaje, que cosas y que ideas no parecen convenirle; que cosas y que ideas le serían de fácil adquisición. (…) El examen debiera quedar catalogado para siempre entre los juegos prohibidos, en defensa de la inteligencia…”.

La práctica evaluativa

“… Cuando yo era diplomático, las cosas marchaban mucho mejor. Pero he oído decir que hoy los elijen por medio de un examen. ¿Qué puede esperarse? Los exámenes, señor mío, son, desde el principio hasta el fin, una pura farsa. Si un hombre es caballero ya sabe todo lo suficiente, y si no los es, su sabiduría le sería perjudicial…”. Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray.

Si bien el relato anterior se puede tomar como exagerado nos invita a preguntar si tendrá algo de razón, ¿los exámenes universitarios evalúan lo actitudinal? ¿Se termina la universidad con principios y conceptos claros e incorporados a la futura práctica profesional?

Fuente: Las referencias bibliográficas de los autores cuya cita acompañamos con asterisco se encuentran en el libro El examen en la Universidad. Raúl Nicolás Muriete. Editorial Biblos. 2007.

No hay comentarios:

Publicar un comentario